jueves, 11 de marzo de 2010

El INEM francés ofreció a una joven un trabajo de Stripper en una Web para adultos

Hay quien no confía en que el INEM pueda proporcionar trabajos en tiempos de crisis. Pero el servicio público de empleo de Francia le brindó a una joven desempleada uno con una dotación de 1.400 y 2.000 euros más comisiones y un contrato indefinido. La sorpresa de la joven no estuvo en la lotería que parece que le había tocado, sino en la naturaleza del trabajo: stripper para una web de contenidos adultos.

Rebobinemos. La chica se presentó en su oficia de empleo, describiendo su perfil laboral con una clara orientación al telemárketing. Pasado un tiempo, el servicio público de trabajo le remitió una oferta, que aunque no era atractiva profesionalmente hablando, ofrecía unas condiciones de lo más apetitosas. Se trataba de desempeñar labores de animadora en un chat para adultos (en la página Mensajeria Rosa) en horario diurno o nocturno. En fin, debió pensar, no es un trabajo para tirar cohetes pero sí para traer pan a la mesa. Mucho pan, de hecho. Pero, como siempre, la letra pequeña es la última en leerse.



Cuando la protagonista de esta historia se inscribió en la oferta, no esperaba escuchar lo que escuchó ante la llamada telefónica que recibió por parte de la empresa para la que se presentaba como candidata. Al otro lado del aparato, le informaban acerca de la naturaleza festiva que implicaba la animación del chat en el que pretendía trabajar. Se trataba, simple y llanamente, de excitar a los usuarios de la web mediante bailes eróticos sazonados con ropa sexy, dejándose ver a través de una webcam. O lo que es lo mismo: encenderles el fuego de la pasión a los clientes del servicio web en cuestión.

Desde la empresa, informaron a la escamada candidata de que defendían una política profesional, según la cual no grababan la participación de sus empleadas, garantizando además el anonimato de las animadoras (suponemos que con las ya clásicas y chistosas máscaras que ocultan la identidad de las bailarinas). La aspirante al trabajo, no obstante, nunca acudió a la entrevista de trabajo y emitió una queja ante la oficina de empleo.

No obstante, desde el servicio público de trabajo francés alegaron que todas las ofertas que reciben y que, posteriormente, emiten a los ciudadanos inscritos, deben cumplir dos requisitos que, en este caso, parece que se daban a rajatabla: tratarse de un trabajo que opere dentro de la legalidad y no implicar una tarea discriminatoria.

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